Colombia, septiembre de 2025 — La «doble jornada» o «doble turno» para las
mujeres en Colombia sigue representado un tema crucial que hay que poner sobre la
mesa. Hay una clara sobrecarga en el reto de no solo ser trabajadoras en un entorno
laboral cada vez más competitivo e invariablemente inequitativo, sino de sostener al
mismo tiempo el propio hogar.
En el país, el tiempo de ocupación de una mujer alcanza hasta las 15 horas diarias,
entre trabajo remunerado y no remunerado, según cifras del DANE. Mientras los
hombres solo destinan 3 horas a las labores domésticas, las mujeres destinan 7 horas
y 40 minutos. Y esto se suma a la brecha salarial del 35%, que sigue siendo un gran
reto.
Es una realidad que, pese a iniciativas y esfuerzos, debe convivir con falsos
imaginarios de empoderamiento que solo alimentan una problemática que debe
solucionarse pronto. Esa noción de mujeres que pueden encargarse de absolutamente
todo puede derivar en una baja calidad de vida para ellas, según lo explica la Dra.
Andrea Hernández Monleón, directora del Pregrado en Recursos Humanos y
Relaciones Laborales de la Universidad Internacional de Valencia - VIU, perteneciente
a la red de educación superior Planeta Formación y Universidades.
«Las “dobles y triples presencias/ausencias” han dado como resultado la aparición en
el imaginario colectivo de la figura de la “superwoman”, una mujer capaz de cumplir
con su jornada laboral (no importa lo extensa que esta sea, ni la situación de
precariedad que conlleve), que cuida a su/s hijos/as y realiza las diversas tareas
domésticas. Sin embargo, este es un ideal imposible de lograr; sus consecuencias
son, en gran medida, altos niveles de ansiedad y frustración al no poder alcanzar
aquello que es inalcanzable, por muy deseado que sea».
Impacto del «doble turno» en la salud mental y desarrollo de las mujeres
La sobre exigencia de estas dobles o incluso triples jornadas (teniendo en cuenta las
labores comunitarias en ciertos casos) están impactando negativamente en la salud
física, mental y emocional de las mujeres en América Latina.
Según resalta la experta de VIU, estudios de la Organización Mundial de la Salud han
demostrado que la excesiva acumulación de responsabilidades genera un aumento
sostenido del estrés crónico, la ansiedad, la fatiga emocional, la depresión, la mala
calidad del sueño, el desequilibrio afectivo y la baja autoestima.
En cuanto al desarrollo profesional, aunque las mujeres alcanzan niveles altos de
desempeño, casi siempre trae consigo un deterioro del bienestar físico y psicológico
que es insostenible en el tiempo, pues sin una buena calidad de vida, se reduce la
capacidad de concentración, incrementan los errores y dificultan la creatividad y la
innovación.
Además, estas dobles y triples jornadas solo contribuyen a aumentar la brecha de
género. Según lo detalla la docente de VIU, se generan fenómenos de segregación
vertical y horizontal como los techos de cristal, los suelos pegajosos, las escaleras
rotas o las paredes de cristal.
«Para una adecuada comprensión de la desigualdad derivada de la brecha salarial, se
debe hacer un análisis junto a lo que se ha denominado “la brecha de cuidados”»,
explica la Dra. Hernández Monleón. «Es en este diálogo entre el ámbito productivo y el
reproductivo donde se ven claramente las tensiones y contradicciones existentes, y
que tienen como consecuencia claras y graves desigualdades de género en el ámbito
laboral».
Desafíos para transformar la inequidad del «doble turno»
Cuando se piensa en qué medidas han de tomarse para transformar este panorama, la
solución es un poco más compleja de lo que se piensa. Fomentar un cambio social
implica que los colectivos, instituciones, sistemas y estructuras sociales se modifiquen,
tal como ha tenido que suceder en las transformaciones que han hecho las mujeres
para su rol en las sociedades.
No se puede enfrentar algo así con soluciones cortoplacistas, más aún si son ajustes
individuales, es decir si son elecciones que reposan sobre solo ellas. Hablamos, por
ejemplo, de medidas como tomar decisiones de vida mediadas por los requerimientos
laborales, la no fecundidad, el retrasar la llegada del primer hijo, la transferencia de
tareas entre mujeres como demuestran las llamadas “cadenas globales de cuidados”,
etc.
Las medidas que se deben tomar implican una participación mucho más amplia,
social, cultural, institucional, para que el cambio en la manera como las mujeres
organizan y gestionan su vida sea sustancial y sostenido en el tiempo.
«Es inaplazable un debate y una reflexión profunda relativa a si, como sociedad, la
lógica que va a guiar nuestras formas de gestionar los tiempos y las relaciones es la
lógica de la acumulación (la actual lógica capitalista)», advierte la experta de VIU. «O,
por el contrario, si vamos a ser capaces de dar paso a una lógica de los cuidados que
tenga en cuenta las necesidades para la sostenibilidad de la vida y el desarrollo del
buen vivir para todas y todos».
La Universidad Internacional de Valencia-VIU es una de las principales universidades online del mundo hispanohablante y
es miembro de CRUE Universidades Españolas. Cuenta con más de 26.500 alumnos de 87 nacionalidades diferentes, un
profesorado con más de 2.950 docentes y directores de TFT, que en su mayoría, combinan su actividad profesional con la
académica, y más de 12.000 convenios para prácticas y colaboraciones. Entre las credenciales que avalan la actividad
académica de VIU destacan el certificado del diseño de AUDIT de ANECA, o los certificados ISO 9001:2015 y de calidad de
servicio, Servicert, otorgados por SGS. Asimismo, VIU, cuenta con el reconocimiento de QS Stars con la puntuación
máxima (5 estrellas) en la categoría de docencia online y es la única universidad española en haber sido distinguida por su
campus online en los Catalyst Awards 2020, 2021, 2022 y 2023.
La Universidad Internacional de Valencia (VIU) forma parte de Planeta Formación y Universidades, la red internacional de
educación superior de Grupo Planeta. Cuenta con veintidós instituciones educativas en España, Andorra, Francia, Italia,
Norte de África, Estados Unidos y Colombia. Cada año más de 150.000 estudiantes procedentes de 100 nacionalidades
distintas, se forman a través de sus escuelas de negocios, universidades, escuelas superiores especializadas y centros de
formación profesional.