Bogotá, 20 de agosto de 2025. Colombia registra un proceso de envejecimiento
demográfico que está modificando la estructura social y económica del país. Según
proyecciones del DANE, para el año 2050 la población de adultos mayores en el
país alcanzará los 14 millones de personas. Esta tendencia implica que un
número creciente de colombianos superará los 50 años y se acercará a la jubilación.
Adicionalmente, la esperanza de vida se mantiene en torno a los 77 años, lo que
supone financiar, en muchos casos, más de dos décadas sin ingresos laborales
activos. Este escenario incrementa la relevancia de planificar las finanzas
personales para cubrir necesidades durante la etapa de retiro.
“Llegar a los 50 implica un cambio estructural en el horizonte financiero. El
tiempo para asumir riesgos se acorta, y el foco pasa a ser cómo garantizar flujo
de caja y autonomía en la etapa de retiro. Invertir después de los 50 no debe
centrarse en la búsqueda de rentabilidades altas a cualquier costo, sino en una
estrategia más prudente y adaptada a la etapa vital. Esto significa priorizar la
preservación del capital, asegurar ingresos constantes y mantener liquidez
suficiente para responder a imprevistos”, explica Luis Felipe Molina, especialista
en inversiones de Credicorp Capital.
Con esto en mente, desde Credicorp Capital compartimos seis claves para una
estrategia de inversión después de los 50:
● Ajustar el perfil de riesgo: Reducir la exposición a activos volátiles y
priorizar la estabilidad financiera, evitando fluctuaciones bruscas que
puedan comprometer el patrimonio acumulado.
● Acortar el horizonte de inversión: Concentrar las decisiones en plazos
más cercanos, con objetivos concretos alineados con la fecha prevista de
jubilación.
● Proteger el capital: Optar por instrumentos financieros diseñados para
conservar valor, minimizando la exposición a la incertidumbre de los
mercados.
● Generar flujo de caja: Estructurar un portafolio que permita ingresos
periódicos —por ejemplo, a través de intereses o dividendos— para suplir o
complementar la pensión.
● Anticipar gastos médicos: Planificar de manera anticipada la cobertura
de salud, un rubro que tiende a incrementarse significativamente en la vejez.
● Mantener la diversificación: Repartir inversiones entre activos seguros,
líquidos y con beneficios fiscales para reducir riesgos y aprovechar
oportunidades.
La etapa posterior a los 50 años exige decisiones financieras alineadas con
objetivos concretos y plazos definidos. Más allá de responder a necesidades
inmediatas, se trata de establecer una estructura que permita sostener el bienestar
a lo largo del tiempo, incluso cuando las condiciones laborales cambien o dejen de
existir. No se trata de dejar de invertir, sino de invertir distinto: con un enfoque
en la sostenibilidad, el control del riesgo y la autonomía. En esa diferencia radica la
capacidad de decidir sobre el propio futuro y no depender de terceros para
sostenerlo.