Bogotá, agosto de 2025. Desde que Edward Jenner desarrolló la primera vacuna contra
la viruela en 1796, la inmunización ha salvado millones de vidas y erradicado
enfermedades que en otro tiempo fueron mortales. Sin embargo, en pleno siglo XXI, la
desinformación amenaza con revertir estos logros. En un mundo hiperconectado, los
rumores y noticias falsas se propagan más rápido que los propios virus, alimentando la
desconfianza y reduciendo las coberturas de vacunación.
La historia de la medicina demuestra que la vacunación es una de las herramientas más
costo-efectivas para la salud pública. Esta, a lo largo de los siglos, ha permitido controlar
epidemias, evitar hospitalizaciones prolongadas y prevenir secuelas graves. No obstante,
hoy la ciencia enfrenta un reto inesperado que es convencer a una parte de la población
de que la evidencia y los datos son más fuertes que el miedo.
“En Colombia, este desafío se refleja en enfermedades prevenibles como el dengue y el
herpes zóster. El dengue, transmitido por la picadura de un mosquito infectado, puede
variar desde síntomas leves hasta cuadros graves que ponen en riesgo la vida. El herpes
zóster, por su parte, es causado por la reactivación del virus de la varicela y puede
provocar lesiones dolorosas y neuralgia posherpética, un dolor crónico que afecta la
calidad de vida” comentó Nesly Teresa Guerra, jefe nacional de medicina interna de
Centros Médicos de Colsanitas.
Vacunarse no es solo un acto individual, es una responsabilidad colectiva. Cada persona
que se protege contribuye a que su familia, sus amigos y su comunidad estén más
seguros.
Para facilitar el acceso y fomentar la prevención, Colsanitas ofrece en 26 sedes de sus
centros médicos un portafolio de vacunas que incluye la inmunización contra el dengue
y el herpes zóster. Los horarios van de 8:00 a. m. a 6:00 p. m., y en algunas sedes hay
servicio también los domingos y festivos. En ciudades como Bogotá, Cali, Villavicencio y
Chía, incluso es posible acceder a vacunación domiciliaria.
“Las vacunas han demostrado ser una de las intervenciones más eficaces de la historia:
reducen complicaciones, hospitalizaciones y muertes. No permitamos que los mitos nos
cuesten lo que la ciencia ya nos dio”, concluyó Guerra.