• En Colombia, la adopción de la inteligencia artificial en el ámbito educativo
avanza con rapidez, aunque todavía presenta retos estructurales.
Bogotá, noviembre de 2025. La inteligencia artificial (IA) ha irrumpido en el ámbito
de la educación creativa, modificando procesos, metodologías y formas de pensar.
Lo que hace unos años parecía un escenario futurista, hoy es una realidad palpable
en las aulas de diseño, publicidad y comunicación visual. En este nuevo contexto, la
clave no está solo en adoptar herramientas, sino en cultivar el criterio necesario
para usarlas con responsabilidad y profundidad.
“La IA se alimenta de productos desarrollados por profesionales con criterio,
pensamiento estratégico y mirada entrenada. Solo una persona experimentada
puede discernir lo excelente de lo bueno, lo regular o lo mediocre”, señala Juan
Carlos Gauli, director del área de audiovisual y creación gráfica de la
universidad española UDIT.
El debate ya no gira en torno a si debe utilizarse inteligencia artificial en el aula, sino
en cómo y para qué integrarla. Desde su uso para generar referencias visuales
hasta su aplicación en evaluaciones automatizadas, la IA plantea un nuevo
paradigma educativo. Sin embargo, la incorporación de estas tecnologías exige más
que dominio técnico: demanda pensamiento crítico, criterio ético y comprensión
profunda.
“Más importante que saber usar una plataforma es saber por qué usarla. Enseñar
con IA implica también enseñar a detenerse, a dudar, a justificar las elecciones
creativas en un entorno donde todo puede resolverse en segundos, pero no
necesariamente con profundidad”, agrega Gauli.
Este enfoque obliga a replantear la forma en que se evalúa el aprendizaje. La
capacidad de la IA para generar textos, imágenes o propuestas visuales de forma
casi instantánea lleva a cuestionar el valor del proceso frente al producto. Por ello,
muchas instituciones han comenzado a exigir no solo entregas finales, sino también
procesos documentados: bocetos, versiones intermedias, decisiones descartadas y
reflexiones argumentadas.
“Este enfoque busca garantizar que la IA no sustituya la comprensión, la
investigación ni el desarrollo conceptual, sino que los potencie”, sostiene el
académico de UDIT.
COMUNICADO DE
PRENSA
En Colombia, la adopción de la inteligencia artificial en el ámbito educativo avanza
con rapidez, aunque todavía presenta retos estructurales. Según el Ministerio TIC y
el BID (2024), solo el 32 % de las instituciones educativas del país ha implementado
herramientas de IA, mientras que más del 70 % de los docentes considera que
transformará la enseñanza en los próximos cinco años.
No obstante, esta visión optimista contrasta con una realidad más compleja: el 68 %
de los jóvenes universitarios asegura haber usado plataformas como ChatGPT para
apoyar sus estudios, pero apenas el 27 % ha recibido formación formal sobre su uso
ético y responsable (Observatorio de la Universidad Colombiana, 2024).
Estos datos reflejan una necesidad urgente: formar pensamiento crítico y
competencias digitales, más allá del simple dominio técnico de plataformas
específicas. En un país donde las habilidades digitales representan el 35,1 % de la
brecha tecnológica nacional (MinTIC, 2023), la educación creativa tiene el desafío
de acompañar a los estudiantes no solo en el uso de nuevas tecnologías, sino en su
comprensión profunda, cuestionamiento ético y aplicación con criterio e intención.
“La inteligencia artificial ya transforma la educación creativa, pero más allá de su
uso técnico, el verdadero reto es desarrollar pensamiento crítico, ética y
comprensión profunda. No se trata solo de integrar herramientas, sino de formar
creadores responsables que comprendan cuándo y cómo usar la IA sin perder la
autoría ni la intención detrás de su trabajo”, concluye Gauli, académico en UDIT,
Universidad de Diseño, Innovación y Tecnología.
En un entorno en el que las máquinas pueden ejecutar tareas, el verdadero valor
seguirá estando en la mirada humana, en su capacidad para interpretar,
contextualizar y decidir. La presencia de la IA en el aula no puede ni debe ignorarse.
Pero su incorporación requiere reflexión, criterio y visión. No basta con permitir o
prohibir: es momento de repensar el sentido de la educación creativa en la era de la
inteligencia artificial.