Bogotá, noviembre de 2025. En una era marcada por la inmediatez y la saturación digital, Rosalía ha encontrado una fórmula distinta para conectar con su audiencia global. Su lenguaje artístico ha redefinido los códigos del marketing musical. Así lo analiza Chema Lamirán, director del Máster en Marketing Digital de la Universidad Europea de Valencia, quien destaca cómo la artista española “convierte el silencio en narrativa y trata sus lanzamientos como rituales que alternan expectativa y recompensa”.
Lamirán explica que la estética mística de Rosalía, presente en su reciente álbum Lux, no responde a una simple provocación visual, sino a una estrategia coherente con su identidad. “Rosalía utiliza elementos místicos y el vestuario de monja como una estrategia de minimalismo simbólico para lanzar un concepto fuerte que refuerza su identidad visual”, señala. Al valerse de símbolos universales como la pureza, la luz o el sacrificio, la artista activa un imaginario emocional que transforma el desamor en un relato de transformación, donde lo sagrado y lo terrenal se entrelazan para generar conversación y coherencia estética.
Este enfoque narrativo se distancia de los métodos tradicionales de promoción basados en la repetición y la sobreexposición. Lamirán lo define como un “Marketing Narrativo Experiencial 360º”, en el que la expectativa reemplaza la saturación y el público asume un rol activo. La dosificación de pistas promueve la participación y la interpretación del público, con efectos en engagement y construcción de comunidad. “Esto engancha a los fans jóvenes porque los convierte en protagonistas activos y detectives, invitándolos a jugar e interpretar la historia abierta”, explica el experto, quien observa paralelos con estrategias empleadas por artistas como Taylor Swift y Bad Bunny.
La activación física es, según Lamirán, la chispa que enciende lo digital. Acciones como su performance en la plaza de Callao demuestran que “una emoción real es la gasolina del entorno digital”. Esa interacción convierte la ciudad en escenario y a los seguidores en parte del relato, generando contenido orgánico y sentido de pertenencia que amplifican el impacto de la campaña.
Finalmente, el caso Lux trasciende el marketing y se inscribe en debates actuales sobre la fe, la tecnología y la búsqueda de experiencias auténticas. Al contraponer contemplación y consumo inmediato, Rosalía propone que el verdadero lujo en la era digital es la espera. Para Lamirán, “la artista demuestra que el verdadero valor está en la pausa, en lo contemplativo”.
Lamirán subraya que el fenómeno Rosalía ejemplifica cómo la narrativa, más que la promoción, puede redefinir la relación entre arte, consumo y emoción en el marketing contemporáneo.