Por Paola Sánchez, Business Developer de RiskShield en INFORM para
Latinoamérica
La revolución digital ha transformado por completo nuestra forma de vivir. Hoy, un simple
toque en el móvil basta para pagar facturas, hacer compras o transferir dinero. Sin
embargo, la comodidad también trae nuevos riesgos. Cada transacción digital también
puede ser una puerta abierta al fraude. En este nuevo escenario, los ciberdelincuentes
actúan con rapidez, creatividad y precisión quirúrgica, mientras que Colombia -al igual que
otros países de la región- se prepara para el reto de los pagos inmediatos.
Y es que -a medida que crece el uso de medios electrónicos- también lo hacen las
estafas. El robo de identidad, el fraude con tarjetas y el lavado de dinero se han
disparado, impulsados por brechas de seguridad, falta de controles efectivos y el
desconocimiento de muchos usuarios. De hecho, de acuerdo con datos de Asobancaria
(octubre 2024), el 75% de los fraudes en el país ya ocurren en canales virtuales.
Pero la buena noticia es que no todo está perdido, ya que la experiencia internacional
ofrece lecciones valiosas sobre cómo fortalecer la seguridad en los pagos digitales. La
Unión Europea está actualizando su normativa sobre pagos instantáneos, mientras los
bancos colaboran con EBA CLEARING (proveedor de infraestructura de pagos
paneuropea) en el desarrollo de Fraud Pattern and Anomaly Detection (FPAD), una
herramienta que permite identificar patrones de fraude y anomalías en tiempo real dentro
de la red SEPA (Zona Única de Pagos en Euros). Esta funcionalidad se ha vuelto esencial
para los proveedores, que la están incorporando a sus sistemas contra la delincuencia
financiera.
India, por su parte, ha adoptado un enfoque integral liderado por el gobierno, el Banco de
Reserva de la India (RBI) y la Corporación Nacional de Pagos de la India (NPCI). Entre
las principales medidas implementadas se incluye la autenticación en dos pasos, límites
de transacciones, restricciones según el caso de uso y monitoreo basado en inteligencia
artificial. Sin embargo, los desafíos persisten: de acuerdo con cifras del gobierno de la
India, entre 2022 y 2024 se registraron más de 2,7 millones de fraudes relacionados con
la Interfaz Unificada de Pagos (UPI), con pérdidas que superan los 2.145 millones de
rupias. Solo en el año fiscal 2023-24 estos fraudes aumentaron un 85%, representando
más de la mitad de todos los fraudes en pagos digitales en el país.
En el actual escenario global, América Latina se prepara para incorporar nuevas reglas y
lineamientos. En este contexto, Colombia se dispone a poner en marcha un sistema de
pagos inmediatos, interoperables y seguros.
COLUMNA DE OPINIÓN
Un punto importante es que el verdadero reto no será técnico, sino de confianza: lograr
que la ciudadanía adopte el sistema en un entorno donde el fraude digital es cada vez
más sofisticado.
A medida que crece el volumen y la velocidad de las transferencias instantáneas, también
lo hace el riesgo de fraude, lo que exige invertir en prevención robusta y construir un
ecosistema seguro que combine experiencia de usuario sin fricciones con detección
avanzada de riesgos.
El crimen digital evoluciona rápido, y Colombia debe anticiparse fortaleciendo su
infraestructura tecnológica, impulsando la educación digital y promoviendo una cultura de
autoprotección. Mitigar el fraude no es solo un desafío técnico, sino una condición
indispensable para la confianza ciudadana y la sostenibilidad de los sistemas de pago. El
mundo ya entendió que no hay modernización sin seguridad; la pregunta es si Colombia
actuará a tiempo para proteger lo que está construyendo.