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Colombia apuesta por la agricultura regenerativa para fortalecer su floricultura de exportación

9 de octubre de 2025 por
Colombia apuesta por la agricultura regenerativa para fortalecer su floricultura de exportación
ACIS

Bogotá, octubre 2025. Colombia es reconocida como potencia mundial en floricultura, pues cultiva más de 520 especies y 1.600 variedades de flores y ramas de corte en unas 10.000 hectáreas, principalmente en la Sabana de Bogotá y el Oriente antioqueño, según Asocolflores. De esta producción, el 95% se destina a exportación, con ingresos superiores a USD 2.358 millones en 2024, de acuerdo con cifras de ProColombia y el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo. En el primer semestre de 2025, las exportaciones floricultoras aumentaron un 10% frente al mismo periodo del año anterior, alcanzando un valor de USD 1.400 millones, consolidando a Colombia como el segundo productor mundial de flores. 

Entre todas las especies, la hortensia se ha consolidado como un cultivo estratégico ya que representa aproximadamente el 16,5% del área cultivada en flores en el país, según la Global Farmer Network (GFN). En Antioquia, la producción de estas plantas representa el 97% del volumen nacional. Su adaptabilidad, incluso en terrenos escarpados o poco aptos para otros cultivos, ha permitido que se expanda en regiones donde antes no era viable producir. Esa capacidad, sumada a la creciente demanda internacional, la ha convertido en la protagonista de una transformación profunda: el tránsito hacia la agricultura regenerativa. 

De la productividad a la regeneración 

Los desafíos de la floricultura no son locales, sino globales. La FAO advierte que 1.660 millones de hectáreas en el mundo ya están degradadas y que, de continuar la tendencia, en 25 años podrían perderse hasta 16 millones de km² de tierras fértiles, el equivalente a toda Sudamérica. La presión sobre el agua es otro factor crítico, pues la agricultura consume alrededor del 70% del agua dulce disponible y su demanda crece a un ritmo cercano al 1% anual desde hace cuatro décadas. 

Frente a este panorama, Colombia avanza en la adopción de modelos más sostenibles, como la agricultura regenerativa. En 2025, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible presentó la Guía Ambiental para Cultivos de Flores y Especies Ornamentales con Enfoque de Economía Circular. El documento recomienda prácticas como el compostaje de residuos orgánicos, la captación de aguas lluvias, la fertirrigación de precisión y la reducción del uso de agroquímicos. Todas estas acciones coinciden con los principios de la agricultura regenerativa: restaurar suelos, conservar agua, incrementar biodiversidad y reducir emisiones. 

“La agricultura regenerativa no es una técnica puntual, es una estrategia integral que combina ciencia, tradición y rentabilidad sostenible. En cultivos como la hortensia permite aprovechar suelos antes subutilizados, mejorar la fertilidad y logra reducir el impacto ambiental, al tiempo que garantiza empleo rural y competitividad en los mercados internacionales”, afirma Néstor Muñoz, ingeniero agrónomo y representante de Colombia en la Global Farmer Network. 

Prácticas regenerativas en los cultivos de hortensias 

El Oriente antioqueño, epicentro de la producción de hortensias para exportación, ha sido pionero en la implementación de prácticas regenerativas que ya muestran resultados concretos. Según la GFN, este cultivo no solo aprovecha tierras subutilizadas, sino que también ha demostrado resiliencia frente al cambio climático gracias a nuevas tecnologías y manejos sostenibles. 

Entre las prácticas más destacadas se encuentran: 

  • Uso de bioinsumos y microorganismos benéficos, que reducen la dependencia de agroquímicos sintéticos y mejoran la salud biológica del suelo. 
  • Compostaje superficial de residuos vegetales, con incrementos de 9,8% en materia orgánica y reducción de 2,3% en la densidad aparente del suelo en apenas ocho meses. 
  • Labranza mínima y coberturas vivas permanentes, que protegen la estructura del suelo, controlan la erosión y mantienen temperaturas estables. 
  • Rotación de cultivos auxiliares, que favorece la fertilidad y rompe los ciclos de plagas. 
  • Captación y recirculación de agua lluvia, complementadas con sensores digitales de humedad que optimizan el uso del recurso hídrico. 
  • Tecnología aplicada en campo, como sensores de clima y aplicaciones móviles para el monitoreo de plagas y enfermedades. De acuerdo con la GFN, la combinación de estas herramientas con redes de sombra ha permitido reducir pérdidas por estrés solar y mejorar la calidad de los tallos exportados. 
  • Energías renovables en postcosecha, especialmente paneles solares en cámaras frías, lo que disminuye costos operativos y la huella de carbono de la cadena logística. 

El Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) respaldó este enfoque al reconocer la disposición superficial de residuos de hortensia como práctica válida tras comprobar su viabilidad económica y fitosanitaria. 

Competitividad internacional y sostenibilidad 

La apuesta por la agricultura regenerativa no es solo ambiental, sino también estratégica. Colombia es el segundo exportador mundial de flores, después de Países Bajos, y su principal mercado continúa siendo Estados Unidos, que concentra cerca del 76% de los envíos en fechas como San Valentín, de acuerdo con ProColombia. 

Pero los consumidores internacionales ya no compran solo por calidad estética. Exigen trazabilidad ambiental, baja huella de carbono y condiciones laborales responsables. En ese sentido, prácticas regenerativas y certificaciones como Florverde Sustainable Flowers, que hoy abarcan miles de hectáreas en el país, se convierten en pasaportes hacia los mercados premium de Europa y Asia, donde la sostenibilidad es un factor decisivo de compra. 

Por otro lado, el sector floricultor es también un motor de empleo. Genera cerca de 200.000 puestos de trabajo directos e indirectos en Colombia, con una participación femenina cercana al 60%, según ProColombia. En el caso de la hortensia, la alta demanda de mano de obra ha permitido ingresos estables para miles de familias rurales en el Oriente antioqueño. Este dinamismo productivo, sumado al fortalecimiento de encadenamientos locales, ha convertido al sector en un pilar económico para la región y en un ejemplo de cómo la sostenibilidad puede traducirse en prosperidad compartida. 

Finalmente, las proyecciones de Asocolflores y ProColombia son optimistas. Para 2026, se espera que la hortensia consolide su crecimiento en mercados tradicionales y logre posicionarse en Asia y Medio Oriente, donde los compradores valoran especialmente las flores con certificaciones de sostenibilidad. 

En este contexto, la hortensia colombiana ya no es solo una flor de exportación. Hoy simboliza un modelo productivo que busca regenerar suelos, conservar el agua, fortalecer la biodiversidad y ofrecer empleo digno en las regiones rurales. En esa dirección, la agricultura regenerativa se perfila no como una tendencia pasajera, sino como la estrategia que garantizará el futuro competitivo y sostenible de la floricultura nacional. 

Colombia apuesta por la agricultura regenerativa para fortalecer su floricultura de exportación
ACIS 9 de octubre de 2025
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