Bogotá, septiembre de 2025 – En Bogotá, el ruido excesivo se ha convertido en uno de
los principales factores que afectan la salud, el descanso y la convivencia de los
ciudadanos. La contaminación acústica no solo genera molestias cotidianas, sino que
también ha sido reconocida como un problema de salud pública que requiere medidas
urgentes.
Ante esta situación, el concejal Humberto “Papo” Amín presentó en el Concejo de Bogotá
el Proyecto de Acuerdo No. 556 de 2025, con el que busca fortalecer los controles y las
herramientas técnicas de regulación acústica, buscando tomar medidas concretas en
Bogotá derivadas de la Ley 2450 de 2025 (Ley contra el ruido).
“El objetivo no es atacar la vida nocturna, tampoco poner en riesgo a bares, discotecas o
gastrobares que generan empleo y dinamizan la economía de la ciudad, ni tampoco ir en
contra de actividades causantes de contaminación acústica que se realicen sobre el espacio
público. Lo que proponemos es un marco claro y moderno que garantice el derecho de los
residentes a un ambiente sano y tranquilo, al tiempo que se impulsa la economía a través
de la innovación con medidas como la insonorización y la gestión técnica del sonido”,
explicó el concejal Amín.
El proyecto contempla:
- Metodologías precisas de medición de ruido en establecimientos, eventos y vehículos.
- Incentivos y exigencias de insonorización para reducir el impacto en zonas residenciales.
- Regulación especial para fuentes móviles como chivas rumberas y escapes modificados,
que hoy no cuentan con control normativo específico.
-Coordinación interinstitucional entre las Secretarías de Ambiente y Movilidad para
garantizar un monitoreo y controles efectivos.
De acuerdo con cifras de la Secretaría de Seguridad, Convivencia y Justicia de Bogotá,
entre enero y noviembre de 2024 se registraron más de 272.000 incidentes por ruido en
Bogotá, un aumento de 4.064 casos frente al mismo periodo del año 2023. La Organización
Mundial de la Salud ha advertido que la exposición constante a altos decibeles puede
causar trastornos del sueño, estrés, hipertensión y problemas cardiovasculares, entre otros.
“El ruido no es solo una molestia, es un contaminante que afecta la salud y la convivencia.
Bogotá necesita avanzar hacia un modelo en el que el desarrollo económico y la vida
nocturna coexistan en procura del bienestar de los ciudadanos. Este proyecto busca
justamente ese equilibrio sin atacar a ningún gremio ni sector en específico”, concluyó
Amín.