Colombia, Julio de 2025 — La preocupación por los deepfakes crece en América
Latina. Según un reciente informe de la plataforma Kapwing, Argentina lidera el interés
regional en esta tecnología, seguido por Chile, Perú y Colombia, con 481, 337 y 141
búsquedas mensuales respectivamente relacionadas con deepfakes.
Hay una conciencia sobre el uso malicioso de esta herramienta digital, que se basa en
inteligencia artificial para crear videos o audios falsos que simulan ser reales. No
obstante, la acción regulatoria y técnica avanza a un ritmo mucho más lento, afectando
a diferentes sectores de la sociedad, según explica el Dr. Francisco José Adán
Castaño, abogado y docente de la Maestría Oficial en Derecho Digital y de la
Ciberseguridad de la Universidad Internacional de Valencia - VIU, perteneciente a la
red internacional de educación superior Planeta Formación y Universidades.
«Los políticos son probablemente los más perjudicados en este tema. Videos falsos de
candidatos diciendo cosas que nunca dijeron justo antes de unas elecciones… Es una
pesadilla para la democracia», alerta el experto de VIU. «En el sector empresarial y
financiero también están teniendo problemas serios. No son extraños los casos de
estafadores que usan deepfakes de voz para hacerse pasar por CEOs y autorizar
transferencias millonarias».
Una legislación digital que va rezagada
El avance tecnológico de los deepfakes contrasta con la lentitud de los marcos
regulatorios en América Latina. Los sistemas judiciales deben improvisar con
normativas de difamación o fraude, que no siempre resultan eficaces. Además, la
transnacionalidad del entorno digital complica aún más la aplicabilidad legal.
«Las leyes van muy lentas comparado con la tecnología», anota el Dr. Francisco Adán
Cataño, quien también es experto en IA y Propiedad Intelectual. «Muchos países ni
siquiera tienen leyes específicas para los deepfakes. Internet no tiene fronteras. ¿Qué
ley se aplica, la de dónde se hizo, dónde se subió, o dónde se vio?".
A esta debilidad normativa se suma la falta de formación técnica en las autoridades
responsables. Los policías o jueces muchas veces no están suficientemente
capacitados para asuntos tecnológicos habituales, y a lahora de entender y descifrar el
tema de las deepfakes,la falta de capacitación técnica queda en evidencia.
La tecnología vs. la tecnología
El avance de los deepfakes ha dado origen a una verdadera carrera armamentística
entre creadores y detectores, donde el machine learning se erige como centro. Se
entrenan con miles de videos reales y falsos para sofisticar la capacidad de detección.
Es, como indica el experto en Propiedad Intelectual, Privacidad y Nuevas Tecnologías,
un juego del gato y el ratón, donde con cada mejora de los detectores se sofistican
más los deepfakes.
Hoy existen algoritmos de detección que identifican anomalías invisibles al ojo
humano, como patrones de parpadeo o distorsiones en la luz facial. El machine
learning es clave en esta tarea, entrenando sistemas con miles de videos reales y
falsos para distinguir patrones.
La autenticación blockchain es otra línea prometedora que permitiría que, al crearse
un video, quede registrado de tal manera que sea inalterable, para que cualquier tipo
de modificación quede en evidencia. Y si se habla de audio, el análisis podrá basarse
en los patrones vocales, pausas y respiración.
Soluciones compartidas para combatir los deepfakes
El problema de los deepfakes no tiene una solución única. Requiere una acción
coordinada entre gobiernos, empresas tecnológicas, desarrolladores, plataformas y
sociedad civil.
«Los gobiernos necesitan hacer leyes que tengan sentido y que se puedan aplicar en
la realidad, no solo en el papel», recalca el experto. «También necesitan capacitar a su
gente y cooperar internacionalmente porque esto trasciende fronteras».
El vocero de VIU también enfatiza el papel de las plataformas digitales. Redes como
Facebook, TikTok, YouTube necesitan hacer una inversión para detectar y eliminar
deepfakes maliciosos, dejando a un lado la neutralidad. Y la responsabilidad de los
usuarios de dichas redes también entraría a aportar en este panorama.
«La sociedad civil tiene un papel importante», señala. «Los medios de verificación de
hechos están haciendo un buen trabajo, pero necesitamos más. También necesitamos
que las universidades investiguen más sobre detección y que haya más programas
educativos sobre alfabetización digital».
La tecnología que dio origen al problema también puede ser parte de la solución. Pero
sin marcos legales adecuados y una conciencia crítica extendida en la región, América
Latina podría quedar expuesta a un futuro en el que ya no se pueda distinguir lo
verdadero de lo falso.
La Universidad Internacional de Valencia-VIU es una de las principales universidades online del mundo hispanohablante y es miembro de
CRUE Universidades Españolas. Cuenta con más de 26.500 alumnos de 87 nacionalidades diferentes, un profesorado con más de 2.950
docentes y directores de TFT, que en su mayoría, combinan su actividad profesional con la académica, y más de 12.000 convenios para
prácticas y colaboraciones. Entre las credenciales que avalan la actividad académica de VIU destacan el certificado del diseño de AUDIT
de ANECA, o los certificados ISO 9001:2015 y de calidad de servicio, Servicert, otorgados por SGS. Asimismo, VIU, cuenta con el
reconocimiento de QS Stars con la puntuación máxima (5 estrellas) en la categoría de docencia online y es la única universidad española
en haber sido distinguida por su campus online en los Catalyst Awards 2020, 2021, 2022 y 2023.
La Universidad Internacional de Valencia (VIU) forma parte de Planeta Formación y Universidades, la red internacional de educación
superior de Grupo Planeta. Cuenta con veintidós instituciones educativas en España, Andorra, Francia, Italia, Norte de África, Estados
Unidos y Colombia. Cada año más de 150.000 estudiantes procedentes de 100 nacionalidades distintas, se forman a través de sus
escuelas de negocios, universidades, escuelas superiores especializadas y centros de formación profesional.