LA MEMORIZACIÓN DE LA INFORMACIÓN

En los primeros procesadores electrónicos, la memoria estaba formada por tubos de rayos catódicos que registraban la información en varios puntos de la pantalla; también se utilizaban tambores magnéticos que giraban a alta velocidad. Una serie de cabezas magnéticas ¨escribe¨ los datos y las instrucciones sobre la superficie cilíndrica del tambor, en forma de puntos magnetizados y los ¨lee¨ sucesivamente, en pocas milésimas de segundo.

Cerca de 1955, en los procesadores más modernos, la memoria de tambor es sustituida por millones de núcleos de ferrita, los cuales permiten registrar en poco espacio un número mucho mayor de datos y leerlos miles de veces más rápido.

Los núcleos son anillos muy pequeños de material magnético, atravesados por dos hilos eléctricos, perpendiculares entre sí; al pasar los impulsos eléctricos provenientes de la unidad de entrada de datos, cada núcleo se puede magnetizar en uno de dos sentidos opuestos y puede, de esta forma, registrar convencionalmente el 1 o el 0.

Un tercer hilo eléctrico es capaz de detectar la información registrada, reconociendo el estado del núcleo y enviando un impulso correspondiente en pocas milésimas de segundo.


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