123. Berlín, 1936. El veinteañero Konrad Zuse construye en la sala en casa de
su padre un calculador electromecánico al cual llama Z1. Modelos posteriores
más perfeccionados utilizando millares de relés, los Z2, Z3 y Z4, fueron
financiados en parte por el gobierno alemán antes de la II Guerra Mundial.
Zuse desconocía lo que estaba sucediendo en estudios análogos en Estados
Unidos e Inglaterra e introdujo en sus máquinas dos principios fundamentales
de los procesadores modernos: la representación binaria de los números y el
control de programa mediante cinta perforada.